Hoy no tiene nada que ver con ondas orgánicas, aunque sí con la contribución que esta actividad puede dar a tu familia, más que solo dar comida. Si tienes hijos, un pequeño jardín es una gran aventura para un niño: hay insectos, puede llenarse de tierra y ve crecer plantas.
Aunque nosotros podemos ver la germinación como un asunto totalmente trivial, es impresionante como se ven por los ojos de un niño. La emoción de llegar gritando a las 6 de la mañana un domingo para enseñarte que su semilla ya germinó es difícil de comparar con algo.
Así que lleva a tus hijos al jardín. Tal vez no sea mucho lo que te ayuden; de hecho, es probable que hagan un relajo antes de ser eficientes, pero son momentos entrañables y podrás sacarlos un rato de los videojuegos y la televisión.
Para poder hacer esto, solo involucralos en tu actividad, pero como niños:
Hazlo un juego. Seleccionar semillas y sembrarlas puede ser una tarea tediosa para ti, pero es lo que hacen muchos niños en la escuela. Construir un pequeño cerco y hacer una “sopa” con lodo y humus les resulta divertido, más que molesto. Tú conoces a tus hijos: dales lo que sabes que les gusta.
Deja salir su creatividad. Es probable que quieran poner un abanico a la planta para que no tenga calor o dejarle una revista para que no se aburra. Aunque algunas cosas te parezcan tontas, si no afectan el jardín, déjalos ser. A fin de cuentas, es su planta, no la tuya. Su jardín orgánico debe ser algo de ellos, no solo una planta saliendo del suelo.
Usa plantas rápidas. Esperar dos semanas a que germine una planta y varios meses para que de un fruto o flor rara puede ser interesante para ti, pero no para tus hijos; usa plantas que germinen rápido y que crezcan mucho, para que tu hijo pueda ver como van las cosas sin pensar que pierde su infancia viendo un agujero en el suelo.
Usa plantas vistosas. Los niños gustan mucho de los colores, así que busca el color. Una planta rastrera que siempre es verde no tendrá mucho impacto en los pequeños, pero una flor o una fruta les llamará la atención poderosamente.
Déjalos hacerse responsables. Cabe la posibilidad que tus chiquitos no quieran estar ahí y no hay manera de forzarlos. Deja que ellos tengan su planta o pedacito de huerto y ve como se seca o prospera. No solo aprenderán de las plantas, también tendrán que ir haciendo un poco de responsabilidad, que tanto parece faltar en este mundo.
Yo utilizo el tomate. Crece rápido, tiene muchos colores, da frutos grandes y aguanta bastante maltrato. Puedo mostrarles a mis hijos la “magia” de como clonar un brote y como le salen raíces alternas. Claro que tú podrás decidir que pones, pero recuerda que los niños serán más receptivos a lo bonito.
Por último, solo relájate. La escuela se hizo una monserga cuando dejó de ser divertida. Deja los regaños, críticas y quejas para cualquier otra cosa, aquí lo que cuenta es que tus hijos vean el jardín orgánico como algo vivo y no solo una palabra que está de moda.
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